De acuerdo con la definición de Nasser ( 1993)” La contabilidad creativa es el proceso de manipulación de la contabilidad para aprovecharse de los vacíos de la normativa contable y de las posibles elecciones entre diferentes prácticas de valoración y contabilización que ésta ofrece, para transformar las cuentas anuales de lo que tienen que ser a lo que, quienes las preparan quieren que sean…en lugar de reflejar estas transacciones de forma neutral y consistente”.
Son “cuentas maquilladas” que cumplen con la normativa legal, pero distorsiona las cuentas anuales y la opinión de los usuarios acerca de la información financiera. Esto , sin duda, rompe con el objetivo de imagen fiel que debe reflejar toda empresa. En unos casos, se entiende por “imagen fiel” la dada por las cuentas que cumplen con la legislación vigente y, en otros, se aplicaría este concepto a las cuentas que reflejan la realidad económica de una empresa.
Con el antiguo PGC de 1990 se permitían más de 50 formas de contabilidad creativa, ahora con la adopción de las NIC existen más de 100 alternativas diferentes para la contabilidad creativa por la subjetividad que desprenden. Ampliamos así los horizontes para del “maquillaje contable” usados por los verdaderos “alquimistas de la contabilidad”.
En tiempos de crisis y recesión económica, los profesionales exploran sus capacidades para hacer ”magia” en las cuentas públicas y de determinadas empresas, todo ello para salvaguardar la imagen de caos total en que está sumida la economía.
Actualmente, este tema cobra cada vez más importancia, puesto que los ayuntamientos y comunidades autónomas españolas se unen al carro de la contabilidad creativa, así como algunos de los países europeos afectados por la crisis.
El primer escándalo fue protagonizado por el gobierno de Grecia, quien creyó conveniente para cumplir con las reglas de la UE diseñar un esquema de emisión de bonos en diferentes monedas para disfrazar el tamaño real de su deuda. Grecia dejó fuera de sus cuentas públicas una emisión de deuda de 10 millones de yenes por tratarse de una operación de mercado de divisas. Esta operación no es ilegal, pero debido a los métodos utilizados (tipo de cambio ficticios, operación con derivados…) resulta casi imposible descubrir el importe real de la deuda griega.
En España, vemos como las cuentas públicas han sido objeto de este tipo de prácticas al desviar parte de los gastos de las administraciones a empresas satélite. Según los datos aportados por el Banco de España en Marzo de 2011, la deuda de los ayuntamientos en el pasado año aumentó sólo en 734 millones ( un 2,1 % más) y descendió un 2,2% ( 785 millones) en el cuarto trimestre. Pese a esto, la deuda de sus empresas fuera de balance creció un 15,4% en los pasados 12 meses (1.208 millones) y un 8% sólo en el último trimestre (670 millones). Aquí tenemos la confirmación de un trasvase contable.
Otro método muy utilizado por los Estados, ayuntamientos y CCAA. para ocultar su déficit público es el retraso en los pagos a proveedores de bienes y servicios, cuya consecuencia directa es la morosidad.
Como solución, en España se propone dejar en manos de empresas privadas la realización de algunos servicios públicos para reducir gastos de las cuentas del Estado.
En mi opinión, me parece una verdadera vergüenza que profesionales de la contabilidad se presten a este tipo de “estafa” a los ciudadanos, la UE y resto de usuarios como pudiesen ser inversores, bancos, etc. Se deberían poner en marcha medidas para evitar este tipo de “fraudes legales” a nivel mundial y limitar un poco las posibilidades que nos ofrecen las NIC.
El despilfarro oculto de las cuentas del Estado bien podría haberse empleado en darle un pequeño empujoncito a las empresas privadas, fomentar la creación de puestos de trabajo, invertir en I+D , fomentar las energías renovables como desarrollo sostenible o educación, por ejemplo. ¿ A dónde fue el dinero que desapareció de las cuentas públicas? ¿ Cómo se pasa de superávit a estar endeudados hasta las orejas? ¿ Cómo se frena esta situación? Lo que queda claro es que quien hace la ley, hace la trampa…
El economista
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